RESEÑA
El título sugerido para este ensayo es una mera ficción, que no corresponde a la realidad, por dos razones primordiales: España es una monarquía parlamentaria y la reconciliación tardará una generación más en olvidar las heridas abiertas en nuestra sociedad, tras la desdichada Guerra Civil (1936-1939).
El concepto de guerra fue tabú desde la Baja Edad Media y era la Iglesia quien la condenaba entre los príncipes cristianos desde el siglo XV y todavía más execrable si se trataba de una guerra civil entre hermanos.
Mis razones son meramente morales en olvidar y sepultar definitivamente esta tragedia humana que ocurrió y que el pueblo español tuvo que soportar, aquel de las grandes empresas de antaño y con una orgullosa historia, repleta de actos gloriosos y heroicos, envidiado por otros pueblos de la
Tierra, fue desdichadamente protagonista de este horrendo episodio. Tras las victorias de los Aliados (Estados Unidos de America, Gran Bretaña, Francia y la URSS) sobre las potencias del Eje (Alemania, Japón e Italia) en fecha de 11 de febrero de 1945 se reunieron en Yalta (Península de Crimea) los dignatarios Churchill, Roosevelt y Stalin y tomaron un acuerdo no oficial donde se estipulaban varias decisiones sobre el futuro de Europa y del mundo.
Entre las más importantes estaba el convocar una conferencia en San Francisco para organizar las Naciones Unidas; el desarme, desmilitarización y partición de Alemania con el fin de garantizar la futura paz y seguridad en cuatro zonas, una para cada aliado y una para Francia; la cuestión de juzgar los crímenes de guerra quedó propuesta; un gobierno democrático extranjero en Polonia para preparar elecciones libres; la indemnización a pagar por Alemania por las pérdidas a las naciones aliadas en el curso de la guerra; en Yugoslavia un acuerdo que uniera los gobiernos comunista y monárquico; la URSS se comprometía a declarar la guerra a Japón a cambio de la entrega de la isla de Sajalín y las islas Kuriles y otras dadivas y por último la decisión de fijar las fronteras de Italia con Yugoeslavia y Austria.
En una Conferencia posterior, celebrado en Potsdam (Alemania) en fecha entre el 17 de julio y el 2 de agosto de 1945, los primeros ministros de las potencias aliadas Churchill y después su sustituto Attlee, Truman y Stalin decidieron como administrar Alemania que se había rendido el 9 de mayo de 1945 y los asuntos relacionados con los tratados de paz y el estudio de los efectos de la guerra.
Los principales acuerdos tomados fueron la devolución de todos los territorios europeos anexionados por la Alemania nazi desde el 1938 y la separación de Austria; la persecución de los criminales de guerra nazis; ultimátum a Japón que debía de rendirse sin condiciones y la propuesta de Stalin que quería la ruptura de toda la relación con el gobierno de Franco, llegando al acuerdo con los Estados Unidos, la URSS e Inglaterra para que se opusieron a la entrada de España en la ONU.
Esta última declaración es la que modifico su veracidad en este ensayo y la traslado a una declaración oficial de guerra contra Franco, el gobierno de aquel entonces en España como fruto de una victoria militar, tras tres años de contienda civil ayudado por las potencias del Eje vencidas (Alemania e Italia).
En esta parte del ensayo es cuando cuento una historia mágica, que es totalmente irreal pero asistido de un objetivo moral, que es eliminar de un plumazo la intolerancia política y de idea de las dos Españas.
Está dos Españas pugnaban desde el principio del siglo XIX permanentemente por imponer sus respectivos proyectos políticos, unos para instaurar el constitucionalismo y la revolución liberal burguesa y otros para evitar lo inevitable, que era la caída de la monarquía absoluta en un contexto contrarrevolucionario.
Su origen está en el concepto delas contiendas fratricidas a lo largo de los siglos XIX y XX. La pugna entre liberales y absolutistas se acentúa en la Guerra de la Independencia, en el reinado de Fernando VII y las tres Guerras Carlistas en el período comprendido entre (1833-1876) y se extendió a la Guerra Civil española (1936-1939).
El cambio de tema es porque en muchos de mis libros condenó la Guerra Civil española (1936-1939) y digo lo siguiente. En mi libro: “La España critica….una Iberia posible” comento esta tragedia humana y manifiesto: “Desgraciadamente la anarquía existente en las dos Españas enfrentadas, trajo sin por ello olvidar otras sangres inocentes derramadas, con los métodos represivos de los dos bandos que usaron la extrema dureza. Vamos a recordar dos víctimas de esta barbarie, la desaparición de dos personajes que la sufrieron en su persona, dos genios de la pluma Federico García Lorca yRamiro de Maeztu inútilmente sacrificados por el odio enfermo de los contendientes. Olvidemos para siempre esta tragedia, con su memoria histórica y sepultemos definitivamente la triste realidad que denunciaba Mariano José de Larra, del convulso periodo decimonónico: “Aquí yace media España, murió de la otra media”.
Recordemos tiempos pasados donde reinaba la armonía en el pueblo y todo el estrato social participaba en actos colectivos como refleja el gran genio pictórico Francisco de Goya, en su obra “La Pradera de San Isidro” con escenas de fiestas, alegría común y jolgorio popular y en otros como “La carga de los mamelucos” donde todo un pueblo unido, participa en su lucha contra el invasor francés.
En esta escena de la Guerra de Independencia, ya un ilustrado de mente privilegiada D. Melchor Gaspar de Jovellanos, hacía su análisis personal y decía: “España no lucha por los Borbones, ni por los Fernandos; lucha por sus propios derechos, derechos originales, sagrados, imprescriptibles, superiores e independientes de toda la familia o dinastía. España lidia por su religión, su Constitución, por su leyes, por sus costumbres, sus usos y en una palabra por su libertad…”
En cambio lo que propongo es una “Utopía” como ya escribiría Tomás Moro en la Inglaterra del siglo XVI con la idealización de dos ciudades que nunca existieron como dos sociedades distintas en ideales políticos; una como la inglesa que ya existía en su siglo con un rey tirano Enrique VIII y su estructura social y la otra, una República donde la propiedad es colectiva y sus residentes tiene una moral y una conducta ejemplar.
En este libro, tras la Conferencia de Potsdam el gobierno del general Franco presionado por las potencias internacionales, auspicia una reconciliación entre las dos Españas y se restaura la República con una nueva Constitución de corte liberal como Francia donde se minimizan los nacionalismos transformándose en simples regionalismos con reivindicaciones culturales, propiciando usos y costumbres de su patria chica y se establece una democracia con una alternancia entre los partidos políticos, todos con una consolidada conciencia nacional.
La figura de Franco ocupa vitaliciamente la presidencia la República, hasta el final de su vida siendo admirado por muchos y tolerado y respetado por todos. España deberá buscar otros horizontes y pensar en la agrupación de su familia con la inmediata unión al otro pueblo ibérico hermano, Portugal, constituyendo una Federación de Estados fundidos en una única nación: Iberia.
Como objetivo mediato será la fundación de una macro nación que “la Comunidad Ibérica de Pueblos” ya descrita en otro ensayo. Otros objetivos mediatos serán el fomentar nuestras relaciones amistosas y fraternales con el mundo islámico donde estarán los Estados del Magreb y los de Medio y Extremo Oriente con la idea de constituir una futura Confederación con el objetivo de establecer lazos comerciales (Mercado Común), desarrollo económico y social de los pueblos siempre con un escrupuloso respeto a la dignidad y soberanía de estos pueblos y a su pensamiento (Instituciones políticas, religiosas y sociales de esta civilización).
Para conseguir estos objetivos es totalmente necesario cumplir unos requisitos:
1º) Iniciar los trámites a nivel diplomático de los Estados de España y Portugal para la creación de “la nación ibérica” y al nuevo Estado Federal denominarlo “Iberia” con capital en Mérida, la antigua Emérita Augusta romana.
2º) Convocar una Conferencia Internacional de los Estados de origen latinos (hispano-luso parlantes) para plantear la idea de la construcción de “la Comunidad Ibérica de Pueblos”. Esta idea deberá ser objeto de un patrocinador económico o varios, quizás China, Alemania, Japón o los Emiratos del Golfo Pérsico.
La constitución inicial será una Confederación de pueblos hermanos que ya consolidada se transformaría en una Federación a la que se denominaría “Comunidad Ibérica de Pueblos” con el establecimiento de varias sedes en diferentes continentes así por ejemplo en América del Norte, Ciudad México con jurisdicción en América del Norte, Centroamérica y Caribe; Rio de Janeiro con jurisdicción propia en Brasil; Buenos Aires con jurisdicción sobre países del cono Sur como Paraguay y Uruguay; Chile con jurisdicción en Bolivia y Perú; Bogotá con jurisdicción en Ecuador y Venezuela.
En África, los Estados de Angola, Mozambique, Cabo Verde y la Guinea española decidirán el país donde se establecería su sede. En Asia, las islas Filipinas y la parte oriental de la isla de Timor decidirán igualmente el país donde se establecerán su sede.
Para la consecución de estos fines, será necesario el cumplimiento de cuatro requisitos imprescindibles por los Estados que se adhieran voluntariamente a esta institución.
1º) El respeto a la dignidad humana, a la libertad, a la democracia, a la igualdad y al Estado de derecho y respeto a los derechos humanos.
2º) Voluntad de los gobiernos de los Estados que se integren en el cumplimiento de las Directrices que establezca la Institución.
3º) Cumplimiento de los programas de Planificación que establezcan los Directorios para cada Estado en cuestión.
4º) Cumplimiento de los periodos de convergencia establecidos por los Directorios para alcanzar los objetivos fijados: desarrollo económico social, aprovechamiento de los recursos naturales y humanos, protección de derechos humanos etc.
Esta idea supranacional de la Comunidad Ibérica de Pueblos se consolidara si existe en todas las comunidades ibéricas “una conciencia nacional clara y naciente” que crea firmemente en el proyecto abandonando el enfrentamiento ideológico, los grupos irreconciliables, las convicciones políticas internacionalistas, los credos religiosos intolerantes y los demás tópicos que dividen a los hombres y todo esto fomentado por sus propios gobiernos.
Es la hora de abandonar las luchas del pasado dogmático e ideológicas y primar el pragmatismo como forma de gobierno pero combinando principios prácticos contenidos en el marxismo, liberalismo e incluso en la doctrina social de la Iglesia porque todas las creencias políticas son útiles y necesarias para un mundo tan complejo y desigual pero siempre defendiendo los principios de solidaridad, justicia y con todo ello primando el acercamiento económico entre países ricos y el Tercer mundo.
Esta sociedad ibérica será multiétnica, multicultural y multirreligiosa no confesional donde son legítimas todas las creencias religiosas(Cristianismo en todas sus manifestaciones, Islam y las creencias moralistas orientales etc.,.) y los gobiernos deberán fomentar el retorno de las creencias religiosas con la inclusión de una moral natural donde nos separemos del laicismo imperante en Europa con la condena de su depravación moral (el aborto, el reconocimiento del matrimonio homosexual, eutanasia etc.). La idea de Dios deberá estar presente en la Comunidad Ibérica de Pueblos como el Supremo Creador del Universo y deberá estar incluido en la futura Constitución y deberá ser respetado por todos aunque exista libertad de conciencia y de pensamiento pero forma parte de la existencia de una moral natural que nos separa de los animales irracionales. La Comunidad Ibérica de Pueblos, junto a los países islámicos y asiáticos donde imperan las creencias moralistas (budismo, confucionismo, taoísmo y sintoísmo) constituirán la reserva espiritual del mundo. Para la materialización de este proyecto será necesario la ayuda económica de uno o varios patrocinadores, quizás China, Alemania, Japón o los Emiratos árabes del Golfo Pérsico.
En el este siglo XXI nacerá la Comunidad Ibérica de Pueblos y estará dedicada al Iberismo como idea universal donde prevalecerán nuestros usos, costumbres, cultura, deporte y en si nuestra civilización.
Julio Reyes Al-Mayriti